A veces pienso en lo frustrante que debe de ser, ser escritor.
Las dos últimas novelas, con premio, que he leído son una finalista del premio Planeta y una novela que fue Premio Primavera. En ambos casos escritas por dos hombres que me caen bien. Uno director de cine, que ha dirigido y escrito guiones que se encuentran entre mis pelis favoritas como Azul oscuro casi negro, Gordos o Primos. Otro es un periodista inquieto, que pasó del informativo a un magazin de mañana sin dejar de plasmar su personalidad en ambos lugares, y dejando bien clara su opinión, por muy molesta que fuera, en ambos destinos.
La primera novela es La isla de Alice. La segunda La noche soñada. Ambas son, a mi juicio, dos malas novelas. La primera especialmente.
Y me explico.
La noche soñada de Maxim Huerta no la he podido acabar. A las 100 páginas ya estaba harta de leer siempre lo mismo. Esa novela no avanzaba de ninguna manera. Siempre la misma historia pero añadiendo un dato más. Pasado y presente. Iba dando saltos temporales y en cada salto: ¡otra vez lo mismo! El niño planeando cómo matar a su padre...eso no lo dice pero lo sabes. El niño ya adulto que se reúne con la madre y decide que le va contar lo que hizo hace 30 años. No pasa nada. Saltos temporales que no añaden nada. Una persona que se recorre Roma en una mañana para llegar al Trastevere. ¿qué importancia tiene lo que toma, lo qué piensa y no nos lleva a ningún sitio, las vueltas absurdas que da, las fotos que hace? Ninguna. Morralla. Relleno. Aburrimiento. Vete ya a la iglesia por dios¡¡ que tu madre te está esperando!!
Es lenta, cuenta cosas que no sirven de nada en la trama. Incide en un momento de un día concreto una y otra vez, dando cada vez un detalle más. Pero aburre. Aburre tanto, que al final decidí irme al último capítulo, al penúltimo perdón. Y lo leí. Y me di cuenta de que me había enterado perfectamente de lo que pasa en la historia. Leyendo ese capítulo, donde por cierto, casi me da un mal con la resolución de la trama por medio de una carta, escrita en el pasado, que se le entrega muchos años despues al chico protagonista y así es como ¡por fin! nos enteramos de todo eso que realmente pasó en esas escenas que hemos tenido que sufrir los lectores. ¿Esto os parece serio? Personalmente tanto en literatura, como en cine, series de televisión detesto la táctica de enrevesar la historia, o no dar datos suficientes para aclarármelo todo al final por medio de la táctica de "tacháannn esto fue lo que pasó", llevándome de la mano como si fueramos lectores /espectadores imbéciles. Muy mal.
De esta novela se salva la prosa, que no la tiene mala Maxim. Escribe bien. Se aprecia cierto esfuerzo en adornar sus letras, no se limita a escribir con cuatro verbos manidos y tirar hacia delante. Adorna, engarza palabras, en ocasiones es poético, sutil. Un tanto aterciopelado. Pero muy lejos de esas novelas románticas infumables españolas a las que también he intentado dar una oportunidad estos días y que en la segunda página ya me habían hecho agüita (amarilla) el cerebro. ¡Qué nivel!
De La Isla de Alice, Sánchez Arévalo, debo decir que me llamó la atención su comienzo. Que me pareció muy interesante el punto de partida, una mujer que se queda viuda y cuando le avisan para decirle que su marido ha muerto en un accidente, se da cuenta de que su marido estaba en un lugar que no era el que ella pensaba. Piensas: - no se va a cascar el tipo un libro para hablarnos de una infidelidad, ¿no?, que es la explicación más lógica. Pues no pero sí porque nos cuenta una historia inverosímil hasta decir basta. Pero inverosímil que te da la risa. O que cosa te puede dar sino una novela en la que la protagonista, una maestra de infantil, llena todas las casas de una isla con cámaras y micrófonos de vigilancia y se dedica a espiar a todos sus vecinos desde su casa? No, no es la hermana de Bond, James Bond, ni de la CIA, ni siquiera es compañera de Torrente, es una mujer que intenta descubrir qué hacía su marido en una isla cuando se supone que debería estar trabajando. Es absurda. Por delante, detrás, arriba y abajo. No tiene sentido ninguno, credibilidad cero. Y es que la segunda cosa, pero no en orden de importancia, que no aguanto en narrativa (literaria o audiovisual) es la inverosimilitud. Cuando leo algo tengo que creérmelo, aunque sea ciencia ficción la historia debe estar bien construida, debe ser verosímil.
No suelo hacer anotaciones en las novelas pero en este caso hice muchas, algunos ejemplos para argumentar mi crítica:
1. La protagonista que dice tener teléfonos móviles intervenidos, ordenadores hackeados, en ningún momento se nos ha presentado como un portento de la informática, ni de las telecomunicaciones, ni siquiera un mísero cursillo del Inem. Lo cierto es que todo lo aprende cuando va a comprar los aparatos que necesita a una de esas Tienda del espía y adquiere cámaras y micrófonos a cascoporro para ponerlas en las casas de sus desconocidos vecinos. Al principio compra dos o tres, pero la mujer le coge gusto y termina poniendo cámaras en todas las casas de la Isla. ¿De risa, no?
1.1 Igual de inverosímil y absurdo es que el dependiente de la tienda se lo venda así por las buenas, sin preguntar nada cuando ve que la mujer no tiene ni idea de cómo se usa lo que compra o cuando ella vuelve una y otra vez a por más cargamento de cámaras, o cuando se compra un dron...Sí, se llega a comprar un dron, simplemente porque Alice es tan especial que va rompiendo corazones allá por dónde vaya. El dueño de la tienda espía es el primero.
2. Esto es más banal pero me llamó mucho la atención. Viendo una foto Alice dice que aparecen dos personas con un atún de cola azul de DOS METROS Y MEDIO Y 190 KILOS. Yo me pregunté ¿y esa exactitud en la descripción, es que lo pone en la foto, o tiene ojo medidor y pesador? No aparece ninguna referencia de que esos datos estén por ningún lado.
3. En cuanto al estilo hice muchas anotaciones a lo largo de todo el libro acerca de una redacción infantil, ñoña, simple, inverosímil. Según mi criterio ocurren cosas de nivel narrativo de un cuento de hadas en edición de tienda de chino:
Momentos happy flower: Los fines de semana tenían todo tipo de actividades para niños y adultos e incluso una guardería para los más pequeños.
En un momento dado de la novela de repente todo es super happy para la protagonista (recordemos que ella está muy hecha polvo porque se ha muerto su marido "perfecto", se ha quedado viuda con 2 niñas pequeñas, una bebé y ha descubierto que su marido no es quién ella pensaba razón por la cual se ha trasladado a vivir, sin decírselo a nadie de su familia, a una isla para averiguar qué hacía allí su marido. Pero de buenas a primeras todo se vuelve un lugar idílico, con unas circunstancias idílicas para que ella se líe con otro tío (el buenorro de la novela, por supuesto), hay otro que es gay y multimillonario perdido que ¡tacháánn! la propone casarse con él (ya he avisado de que Alice debe de ser una suelta feremonas auténtica porque en la isla se enamoran todos de ella)...en fin, un cuento malo. Porque todo esto que cuento no transcurre en años, transcurre en meses. Ojito.
4. Me hace gracia este comentario que escribí en un momento de la novela que acuden al cumpleñaos del multimillonario gay. Este hombre tiene amigos nivel Bon Jovi y Clinton que están en ese cumpleaños (por supuesto Clinton le tira los tejos a la protagonista, como veis la tía es la leche en vino tinto: espía, madre, amante, objeto de deseo de hombre gay...perfecta es poco).
Mi comentario dice así: Todo un despliegue de amistades y narraciones absurdas. Esta todo escrito como si fueran parches. A veces parece inconexo, aunque tenga relación se nota una falta de capacidad narrativa y literaria. Es una novela en bruto a la que le falta depuración por todas partes. Historía inverosímil, absurda (insisto). Si la protagonista fuera agente de la CIA tal vez tendría algún sentido, pero siendo maestra es del todo absurdo.
Hay hasta un selfie con Bill Clinton. Aquí puse: ¿¿¿¿¿Esto qué es??????? Me da vergüenza hasta leerlo. Dejo la transcripción porque no tiene desperdicio:
Perdona, Bill... -le llamó Miriam. (...) ¿Te haces un selfie con nosotras? Somos muy fans. Bill se rió campechano.
- ¿Para qué? Si ya no soy famoso, ni importante , ni nada.
- No seas modesto. Lincoln, Roosevelt, Jefferson, Kenneedy y tú, los mejores presidentes de calle.
- Vale, como queráis. Pero no vais a tener muchos likes en instagram, ya os aviso.
5. Los diálogos son pésimos. y mira que deberían ser el fuerte de Sánchez Arévalo, pero no destilan más que cursilería y simplismo.
6. Otra sobresaliente situación inverosímil, no puedo decir que sea la máxima inverimilitud porque la verdad es que la novela es un catálogo de ellas en grado supino, pero desde luego este es de traca y ridículo narrativo, es la de un tipo al que se presenta como un delincuente, maltratador, drogadicto y traficante (una joyita) y al que la protagonista, Alice, en un momento dado de la trama quiere poner una trampa porque necesita que deje en paz de una vez a su amiga, que es la expareja de la joyita. Su misión es pillarle in fraganti haciendo de las suyas y como es experta en ponerle una cámara a todo cristo viviente decide ponersela a él y grabarle para tener pruebas de sus fechorías. Pero claro el tío es duro, durísimo así que la manera que se le ocurre, después de que se han llevado a matar, literalmente, es regalarle un reloj de ¡marquetería!, hecho por ella, con forma de guitarra al que ha incorporado una cámara con micrófono*. Ante tal regalo, el más duro de la Isla, el delincuente number one, se desarma y cae rendido y ¡por supuesto! la superwoman Alice logra las pruebas que desea y así salva a su amiga. Nivel literario pachanguero reguetoneano.
Aquí va la transcripción de la secuencia:
Yo solía ser muy discreta pero con Mike (el malo) no disimulaba el asco que le tenía cuando me cruzaba con él (...)
(...) te he traído esto (el reloj) Digamos que es mi manera de ofrecerte la pipa de la paz. Dije tendiéndole el reloj guitarra eléctrica. (...)
(...) Joder, Alice, cómo mola ¿no? Menudo detallazo...(...)
(...) Ya te dejo que debes tener mucho lío. - No espera, espera, ayudame a colocarlo, ¿no? a elegirle un sitio (...)
Sabía que iba a picar. Estaba convencida (...)
O sea que genial, le cuela el reloj espía y encima el tonto del delincuente peligroso, le ofrece elegir el sitio dónde colocarlo para que pueda grabarle sin problemas. Oye, ni a Fernando VII se las ponían así. De verdad, este planteamiento es de dibujos animados porque después de colgar el reloj el tío le ofrece fumarse un porro y ella que ni siquiera bebe (porque además tiene un bebé al que amamanta y todos sabemos lo que eso implica) decide fumar y beber para que el tío se sienta relajado y confiado y acabe rajando todo. Y así como quien no quiere la cosa el tipo que ha pasado de quererla matar a adorarla porque le ha regalado un reloj de okume con forma de guitarra, (me meo), le cuenta cuál es su papel en el mundo del tráfico de drogas, qué es lo que hace, con quién, cómo se organizan. Ni en los dibujos animados de los apandadores hay tanta inverosimiltud e infantilismo.
*El invento reloj de marquetería con diferentes formas es uno de los métodos que la prota usa para poner una cámara con micro en las casas de casi todos sus vecinos. En un mercadillo se pone un puesto y vende las trampas a sus vecinos, que ¡no tenían nada mejor que comprar!
7. En un momendo dado de la novela ocurre un asesinato y a esas alturas (han pasado unos años) Alice tiene montado un cuarto de vigilancia en el desván de su casa, todo lleno de televisores que monitorizan todas las casas de los vecinos e incluso lugares de la isla, ¿os acordáis de que se compró un dron? pues gracias a él va a ¡resolver el caso del asesinato! Un portento de mujer.
Dejo aquí la trama, pero os aseguro de que hay muchos momentos más como estos.
¿Por qué lo leí y no lo dejé a mitad? Porque a medida que iba leyendo me daba mucha rabia que este libro haya sido considerado un finalista de un premio, me da igual si es el Planeta, como si el premio literario del gremio de monitores de zumba del barrio de San Blas de Madrid. Es una novela tan mala que necesitaba ir anotando lo que me aborrecía para hacer una reseña.
Generalmente abandono los libros que me disgustan, pero es que en este caso me parece una tomadura de pelo que exista una novela finalista de un premio literario y sea esta calidad nefasta en todos los sentidos, porque podría cojear la historia, como a mi juicio le pasa al libro de Maxim Huerta, pero tener un estilo narrativo impecable, original, insual, absorbente, pero ni por esas. Es malo de solemnidad.
Todos sabemos que el premio Planeta no es calidad, vale, en realidad es que te lo quiero dar a tí y punto pelota, es marketing, pero ¡¡jolín!! se lo podían currar un poco. El riesgo que corren es que deje de leer todo lo que publican porque si su criterio para clasificar una obra como buena es este...¡puaj!
Por eso pienso que presentarte a un concurso literario y leerte la obra ganadora y ver que es superior a la tuya, pues te fastidiará, pero al final te han ganado justamente. Pero leer esto, si tu novela es mejor, deben de darte ganas de yo que sé...Y si la tuya es peor pues igual hay que empezar a plantearse que estamos de autoestima subida. Lo cual no es bueno para la salud (sobre todo para la ajena).
Pd. No he contado la resolución de ninguna de las dos novelas, no por falta de ganas, porque lo hubiera dicho, sino por respeto hacia aquellos que lleguen hasta aquí y a pesar de todo quieran leerse estos premios literarios. Pero si me lo pedís en los comentarios os digo como acaban ;-)